jueves, 28 de abril de 2011

ANA MARÍA MATUTE, PREMIO CERVANTES 2011

Érase una vez una niña llamada Ana María Matute que comenzó a escribir a los cinco años y que hoy, tras mucho escribir, fabular y convivir con duendes y magas, pero sin olvidar la realidad, ha recibido, a sus 85 años, el premio Cervantes de manos del rey, por su "deslumbrante universo imaginativo".
"La Literatura ha sido, y es, el faro salvador de muchas de mis tormentas", decía esta gran novelista tras recibir de manos del rey el galardón más importante de las letras hispánicas, un premio que ella considera "como el reconocimiento, ya que no a un mérito, al menos a la voluntad y al amor" que la han llevado a entregar toda su vida "a esta dedicación".
Y es que Ana María Matute que tanto ha dado a la literatura de este país y con especial dedicación a la literatura infantil,comenzó su andadura como escritora siendo muy niña. Su pasión por la literatura la llevó a escribir esta pequeña joya que recoge los textos que Ana María escribió durante su infancia. Este libro recoge unos preciosos manuscritos con las ilustraciones que la propia autora dibujaba y coloreaba para acompañar sus historias. Su madre, sin ella saberlo los guardó cuidadosamente. Un día, volvieron por sorpresa a sus manos. Hoy estos textos se encuentran en el archivo personal de la autora en la Universidad de Boston. Ana María Matute por medio del poder de la palabra acerca a generaciones  de niños de este pais a la literatura  y al amor a los libros a través de sus cuentos y sus historias...

Ana María Matute es  una de las voces más personales y aisladas de la literatura española. Nacida en Barcelona, pasó una juventud marcada por la Guerra Civil española que se reflejó en su primera obra literaria, centrada en los "los niños asombrados" que veían y, muy a pesar suyo, tenían que entender los sinsentidos que les rodeaban. Eso le llevó a plantearse la guerra civil como un enfrentamiento cainita/abelita que se manifestará en muchas de sus obras con características neorrealistas como en Los Abel (1948), Fiesta al noroeste (1953), Pequeño teatro (1954), Los hijos muertos (1958) o Los soldados lloran de noche (1964). En todas estas obras la mirada protagonista infantil o adolescente es lo más sobresaliente y marca un distanciamiento afectivo entre realidad y sentimiento o entendimiento. Son obras que se inician con gran lirismo y poco a poco se sumergen en un realismo exacerbado. Después de varios años de gran silencio narrativo, en 1984 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil con la obra Solo un pie descalzo. En 1996 publicó Olvidado Rey Gudú, y fue elegida académica de número de la Real Academia Española. (Fuente: El poder de la palabra) 

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