El físico Samuel T. Cohen, inventor de la controvertida arma nuclear conocida como bomba de neutrones murió el pasado domingo en su domicilio en Los Ángeles. Era considerado el padre de esta bomba ideada para matar
únicamente seres vivos sin apenas causar daños materiales en los
edificios y propiedades de la zona afectada por la explosión. Cohen la
diseñó en 1958, Estados Unidos no la fabricó hasta la década de los
ochenta y nunca, por fortuna, ha llegado a ser utilizada.
La bomba de neutrones o arma de radiación mejorada, en cambio, resulta
letal para las células vivas. Es decir, que no destruye sino mata. La
bomba atómica, además, tiene el ligero inconveniente de dejar
contaminada la zona de deshechos radioactivos durante décadas, mientras
que la de neutrones no supone ninguna amenaza para la civilización, ya
que no daña el medio ambiente. Los críticos de este armamento acusaron
a Cohen de crear un arma que hace asumible una guerra nuclear y que podría detonar un conflicto a gran escala que derivaría en una conflagración atómica.
"Es el arma más sana y moral jamás concebida", dijo el propio Cohen en una entrevista con The New York Times
poco antes de su muerte. "Es la única arma nuclear de la historia que
hace que tenga sentido en hacer la guerra. Cuando la guerra termine, el
mundo sigue intacto", añadió
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